Autor del comentario
Eduardo Guillermo Romero Zavala
Facultad de Medicina. UNAM, México
En el artículo se acusa a las empresas que desarrollan los productos farmacéuticos, las vacunas entre ellos, de querer rendimientos inmediatos, pero si finalmente ellos (las farmacéuticas) son los que invierten, los que corren riesgos, tendrían derecho a establecer los costos y la velocidad de recuperación de la inversión. Los investigadores no suelen participar de la recuperación de la inversión, aunque son ellos los que desarrollan los productos, pero en general no sucede, ya que tienen un sueldo.
Tal vez la OMS, ONU, OCDE pudieran interceder sobre los tiempos de recuperación, los precios de venta, la distribución, etc. pero cada país, generalmente tienen normativas al respecto.
También se menciona que algunas de las investigaciones se realizan con recursos públicos y las farmacéuticas las
tratan como si fueran recursos privados. Ese punto es igual al anterior, los países tienen normas para estas situaciones, y son soberanas.
La OMS sugirió que no se aplicar la dosis de refuerzo y se aplicar las dos dosis en todos los países, pero eso sí, los EE.UU. insistió en la dosis de refuerzo así como la UE, y todavía la aplicación de un segundo refuerzo, cuando los países pobres no han terminado de aplicar las segundas dosis.
El 65,7% de la población mundial ha recibido al menos una dosis de una vacuna contra el COVID-19. Se han administrado 11.740 millones de dosis en todo el mundo y ahora se administran 7,03 millones cada día. Solo el 15,9% de las personas en países de bajos ingresos han recibido al menos una dosis.
Aun así, nadie puede pedir que no se ejerza la propiedad intelectual y las patentes, son cuestiones privadas y no está a “votación” o a discreción de los demás.
En este momento el padecimiento actual es COVID-19 (enfermedad producida por coronavirus), pero bien podría tratarse de otras, si lo medimos por mortalidad, se causan más muertes por cardiopatía isquémica o accidente cerebrovascular (1° y 2° causa a nivel mundial y en los países ricos y 3° y 4° en los países pobres) se estiman 17.3 millones de muertes a nivel mundial y de COVID-19 es de aproximadamente 6 millones en casi 3 años. La cuestión es que todos sabemos el costo de la investigación no solo en salud sino en cualquier área, es muy costosa, y para las empresas y personas que se dedican a ello invierten muchos años, tal vez una vida completa, sería ideal que los investigadores recibieran una participación de las ganancias de las patentes que desarrollan pero no es así, ¿en algún momento pedirán que no se ejerzan las patentes y los derechos de propiedad de los medicamentos para las enfermedades cardiacas?
Una situación difícil, de enfrentar y siendo la OMS y la ONU organismos no punitivos es muy complicada la situación, tal vez un llamado de todos los organismos mundiales pueda tener el efecto deseado.